Martes 23 de abril 2024

TIEMPO PASCUAL
MARTES DE SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV

23 de abril

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS

Que doblen las campanas jubilosas, y proclamen el triunfo del amor,
y llenen nuestras almas de aleluyas, de gozo y esperanza en el Señor.

Los sellos de la muerte han sido rotos,
la vida para siempre es libertad,
ni la muerte ni el mal son para el hombre su destino, su última verdad.

Derrotados la muerte y el pecado, es de Dios toda historia y su final; esperad con confianza su venida: no temáis, con vosotros él está.

Volverán encrespadas tempestades
para hundir vuestra fe y vuestra verdad, es más fuerte que el mal y que su embate el poder del Señor, que os salvará.

Aleluyas cantemos a Dios Padre, aleluyas al Hijo salvador,
su Espíritu corone la alegría

que su amor derramó en el corazón. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro. Salmo 101 I – DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame enseguida.

Que mis días se desvanecen como humo, mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba, me olvido de comer mi pan;

con la violencia de mis quejidos, se me pega la piel a los huesos.

Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el tejado. Mis enemigos me insultan sin descanso; furiosos contra mí, me maldicen.

En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me tiraste; mis días son una sombra que se alarga, me voy secando como la hierba.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro. Ant 2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.
Salmo 101 II

Tú, en cambio, permaneces para siempre, y tu nombre de generación en generación. Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.

Tus siervos aman sus piedras,

se compadecen de sus ruinas: los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria.

Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones,
quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor:

Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte,

para anunciar en Sión el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.
Ant 3. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

Aleluya.

Salmo 101 III

El agotó mis fuerzas en el camino, acortó mis días;

y yo dije: «Dios mío, no me arrebates en la mitad de mis días.»

Tus años duran por todas las generaciones: al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.

Ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda. Tú, en cambio, eres siempre el mismo, tus años no se acabarán.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos. Aleluya.

V. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya. R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.

PRIMERA LECTURA

De los Hechos de los apóstoles . 13, 14b-43

DISCURSO DE PABLO EN LA SINAGOGA DE ANTIOQUÍA DE PISIDIA

En aquellos días, Pablo y sus compañeros entraron un sábado en la sinagoga, donde tomaron asiento. Después de la lectura de la ley y de los profetas, los jefes de la sinagoga les hicieron esta invitación:

«Hermanos, si tenéis alguna palabra para enfervorizar al pueblo, decidla.»

Pablo se levantó y, haciendo una señal con la mano, dijo:

«Hombres de Israel y vosotros, los que adoráis a Dios, escuchad. El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres, engrandeció al pueblo durante su estancia en la tierra de Egipto y, con el poder de su brazo, los sacó de allí. Durante unos cuarenta años los cuidó y llevó por el desierto, como una madre lleva y cuida a su hijo. Y, exterminando a siete naciones en la tierra de Canaán, se la dio en heredad. Habían pasado unos cuatrocientos cincuenta años. Después, hasta el profeta Samuel, les dio jueces. Como luego pidiesen un rey, Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, de la tribu de Benjamín, que reinó por espacio de cuarenta años. Después que destituyó a éste, les dio por rey a David, de quien dijo estas hermosas palabras: “He encontrado en David, hijo de Jesé, un hombre según mi corazón. Él cumplirá en todo mi voluntad.” Según lo prometido, Dios sacó para Israel de la descendencia de David un Salvador, Jesús. Y su precursor fue Juan. Ya éste, antes de presentarse Jesús, había predicado a todo el pueblo de Israel un bautismo como señal de arrepentimiento. Y, cuando estaba para terminar su misión, solía decir: “No soy yo el que vosotros os imagináis. Pero, mirad, viene otro después de mí; y yo no soy digno de desatar su calzado.”

Hermanos, hijos de Abraham y los que adoráis a Dios, a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte, dieron cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y, a pesar de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a Pilato que lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la

promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.”

Que Dios lo ha resucitado de entre los muertos para que no vuelva ya nunca a la corrupción, lo dijo con aquellas palabras: “Yo os daré los bienes santos que prometí a David, los que no han de fallar.” Por eso, afirma en otro lugar: “No permitirás que tu santo experimente la corrupción.” Ahora bien, David, después de haber servido durante su vida a los designios de Dios, murió, fue a reunirse con sus padres y experimentó la corrupción del sepulcro. Pero aquel a quien Dios resucitó no pasó por la corrupción.

Sabed, pues, hermanos, que por medio de Jesús os ofrece Dios el perdón de los pecados. Y, por él, todo el que tiene fe alcanza la justificación que no habéis podido alcanzar vosotros por la ley de Moisés. Mirad, pues, que no os suceda lo que dijeron los profetas: “¡Mirad, desdeñosos, asombraos y desapareced! Porque en vuestros días voy a realizar una obra tal, que si os la contaran no la creeríais.”»

A la salida, rogaron a Pablo y Bernabé que el sábado siguiente les hablaran de las mismas cosas. Después que se disolvió la reunión, muchos judíos y prosélitos, adoradores de Dios, siguieron a Pablo y Bernabé. Éstos, en sus conversaciones, les instaban a permanecer en la gracia de Dios.

RESPONSORIO Hch 13, 32. 33; cf. Jdt 13, 18

R. La promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, * resucitando a Jesús. Aleluya.
V. Dios no ha retirado su misericordia de la casa de Israel.
R. Resucitando a Jesús. Aleluya.

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san Pedro Crisólogo, obispo (Sermón 108: PL 52, 499-500)

SÉ SACRIFICIO Y SACERDOTE PARA DIOS

Os exhorto por la misericordia de Dios. Pablo, o, mejor dicho, Dios por boca de Pablo, nos exhorta porque prefiere ser amado antes que temido. Nos exhorta porque prefiere ser padre antes que Señor. Nos exhorta Dios, por su misericordia, para que no tenga que castigarnos por su rigor.

Oye lo que dice el Señor: «Ved, ved en mí vuestro propio cuerpo, vuestros miembros, vuestras entrañas, vuestros huesos, vuestra sangre. Y si teméis lo que es de Dios, ¿por qué no amáis lo que es también vuestro? Si rehuís al que es Señor, ¿por qué no recurrís al que es padre?

Quizás os avergüence la magnitud de mis sufrimientos, de los que vosotros habéis sido la causa. No temáis. La cruz, más que herirme a mí, hirió a la muerte. Estos clavos, más que infligirme dolor, fijan en mí un amor más grande hacia vosotros. Estas heridas, más que hacerme gemir, os

introducen más profundamente en mi interior. La extensión de mi cuerpo en la cruz, más que aumentar mi sufrimiento, sirve para prepararos un regazo más amplio. La efusión de mi sangre, más que una pérdida para mí, es el precio de vuestra redención.

Venid, pues, volved a mí, y comprobaréis que soy padre, al ver cómo devuelvo bien por mal, amor por injurias, tan gran caridad por tan graves heridas.»

Pero oigamos ya qué es lo que nos pide el Apóstol: Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos. Este ruego del Apóstol promueve a todos los hombres a la altísima dignidad del sacerdocio. A presentar vuestros cuerpos como hostia viva.

Inaudito ministerio del sacerdocio cristiano: el hombre es a la vez víctima y sacerdote; el hombre no ha de buscar fuera de sí qué ofrecer a Dios, sino que aporta consigo, en su misma persona, lo que ha de sacrificar a Dios; la víctima y el sacerdote permanecen inalterados; la víctima es inmolada y continúa viva, y el sacerdote oficiante no puede matarla.

Admirable sacrificio, en el que se ofrece el cuerpo sin que sea destruido, y la sangre sin que sea derramada. Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva.

Este sacrificio, hermanos, es semejante al de Cristo, quien inmoló su cuerpo vivo por la vida del mundo: él hizo realmente de su cuerpo una hostia viva, ya que fue muerto y ahora vive. Esta víctima admirable pagó su tributo a la muerte, pero permanece viva, después de haber castigado a la muerte. Por esta razón, los mártires nacen al morir, su fin significa el principio, al matarlos se les dio la vida, y ahora brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos suprimido en la tierra.

Os exhorto -dice-, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa. Es lo que había cantado el profeta: No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo.

Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha sido dado por el poder de Dios; revístete de la vestidura de santidad, cíñete el cíngulo de la castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza; que la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el misterio del conocimiento de Dios; haz que arda continuamente el incienso aromático de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un altar; y así, puesta en Dios tu confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio.

Lo que pide Dios es la fe, no la muerte; tiene sed de tu buena intención, no de sangre; se satisface con la buena voluntad, no con matanzas.

RESPONSORIO Ap 5, 9. 10

R. Eres digno, Señor, de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado * y por tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.

V. Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes. R. Y por tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

LAUDES

(Oración de la mañana)

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA

Estaba al alba María, porque era la enamorada.

«¡María!», la voz amada. «¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo junto a las plantas benditas; las llagas glorificadas

ríos de fuego y delicia; Jesús, esposo divino, María, esposa cautiva.

Estaba al alba María,
para una unción preparada.

Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!

Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.

SALMODIA

Ant 1. El que hace la voluntad de mi Padre entrará en el reino de los cielos. Aleluya.

Salmo 100 – PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO

Voy a cantar la bondad y la justicia, para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto: ¿Cuándo vendrás a mí?

Andaré con rectitud de corazón dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.

Aborrezco al que obra mal, no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido, no aprobaré al malvado.

Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes no los soportaré.

Pongo mis ojos en los que son leales, ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.

No habitará en mi casa quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.

Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor a todos los malhechores.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que hace la voluntad de mi Padre entrará en el reino de los cielos. Aleluya.

Ant 2. Conozcan los pueblos, Señor, tu misericordia con nosotros. Aleluya.

Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de alabanza y glorioso es tu nombre.

Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros

y todas tus obras son verdad, y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.

Hemos pecado y cometido iniquidad apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido. Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;

ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito, y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados;

que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Conozcan los pueblos, Señor, tu misericordia con nosotros. Aleluya. Ant 3. El Señor es mi escudo y mi refugio. Aleluya.

Salmo 143, 1-10 – ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea;

mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos? El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende, toca los montes, y echarán humo, fulmina el rayo y dispérsalos, dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor es mi escudo y mi refugio. Aleluya.

LECTURA BREVE Hch 13, 30-33

Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya. R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.

V. El que por nosotros colgó del madero. R. Aleluya. Aleluya.

V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Las obras que el Padre me concede realizar, las mismas que hago,

testifican que el Padre me ha enviado. Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Lc 1, 68-79

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Las obras que el Padre me concede realizar, las mismas que hago, testifican que el Padre me ha enviado. Aleluya.

PRECES

Oremos agradecidos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Cordero inmaculado que quitó el pecado del mundo y nos comunica su vida nueva, y digámosle:

Autor de la vida, vivifícanos.

Dios, autor de la vida, acuérdate de la muerte y resurrección del Cordero inmolado en la cruz
y atiende su continua intercesión por nosotros.

Haz, Señor, que, tirada fuera la vieja levadura de la malicia y de la perversidad,
vivamos la Pascua de Cristo con panes ázimos de pureza y de verdad.

Que sepamos rechazar hoy el pecado de discordia y de envidia,
y seamos más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos.

Concédenos vivir auténticamente el espíritu evangélico,
para que hoy y siempre sigamos el camino de tus mandatos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HORA TERCIA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESPÍRITU DE DIOS, LA TIERRA LLENAS

Espíritu de Dios, la tierra llenas,
las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego,
infunde en todo hombre la fuerza de la cruz.

Sé luz resplandeciente en las tinieblas
de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los muertos por la paz.

Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la resurrección. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 119 – DESEO DE LA PAZ

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

LECTURA BREVE Cf. Hch 4, 11-12

Jesús es la piedra que desecharon los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular; en ningún otro se encuentra la salud, y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

HORA SEXTA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE

Cuando la luz del día está en su cumbre, eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza celebran ya la fiesta de la Vida

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente; sembradas de esperanzas nuestras vidas, serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro, de tu radiante luz llena este día, camino de alegría y de esperanza, cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,

por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 122 – EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123 – NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124 – EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

LECTURA BREVE Cf. 1Pe 3, 21-22a

A vosotros os salva el bautismo, el cual no es remoción de las manchas del cuerpo, sino la petición que hace a Dios una buena conciencia, en virtud de la resurrección de Jesucristo, que está a la diestra de Dios.

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. R. Al ver al Señor. Aleluya.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.

HORA NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: SALVADOR DEL MUNDO

Salvador del mundo, Señor de los ángeles: por tu cruz gloriosa la muerte venciste.

Oh Señor, consérvanos los dones amables que, con sufrimientos, tú nos mereciste.

Y a quienes a precio de dolor salvaste, llévalos al cielo para que te alaben.

Llévanos a todos,
Señor, suplicámoste, pues que nos hiciste reino de tu Padre. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 137-144

Señor, tú eres justo,
tus mandamientos son rectos;
has prescrito leyes justas
sumamente estables;
me consume el celo,
porque mis enemigos olvidan tus palabras.

Tu promesa es acrisolada, y tu siervo la ama;

soy pequeño y despreciable, pero no olvido tus decretos; tu justicia es justicia eterna, tu voluntad es verdadera.

Me asaltan angustias y aprietos,
tus mandatos son mi delicia;
la justicia de tus preceptos es eterna, dame inteligencia y tendré vida.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 87 I – ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 87 II

Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica. ¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores, pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día, me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros: mi compañía son las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

LECTURA BREVE Col 3, 1-2

Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.

V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya. R. Porque ya es tarde. Aleluya.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO

Nos reúne de nuevo el misterio del Señor que resurge a la vida, con su luz ilumina a la Iglesia, como el sol al nacer cada día.

Resucita también nuestras almas, que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.

Transfigura los cuerpos mortales que contemplan tu rostro glorioso, bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con nosotros.

Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el reino. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Cantadnos un cantar de Sión. Aleluya.
Salmo 136, 1-6 – JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión.»

¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;

que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cantadnos un cantar de Sión. Aleluya.
Ant 2. En medio de los peligros me conservaste la vida. Aleluya. Salmo 137 – HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;

por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo, y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En medio de los peligros me conservaste la vida. Aleluya.
Ant 3. Tuyos son, Señor, el poder y la riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya. Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tuyos son, Señor, el poder y la riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.

LECTURA BREVE 1Pe 2, 4-5

Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.

R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya. V. Al ver al Señor.

R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo conozco a mis ovejas y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Aleluya.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo conozco a mis ovejas y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Aleluya.

PRECES

Invoquemos a Cristo, que con su resurrección ha reanimado la esperanza de su pueblo, y digámosle:

Señor Jesús, tú que siempre vives para interceder por nosotros, escúchanos.

Señor Jesús, de cuyo costado abierto salió sangre y agua, haz de la Iglesia tu esposa inmaculada.

Pastor supremo de la Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a Pedro, al confesarte su amor, el cuidado de tus ovejas,
concede al papa Francisco un amor ardiente y un celo apostólico.

Tú que concediste una pesca abundante a los discípulos que pescaban en el mar,
envía operarios que continúen su trabajo apostólico.

Tú que preparaste a la orilla del mar el pan y los peces para los discípulos, no permitas que nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Señor Jesús, nuevo Adán, que nos das la vida, transforma a nuestros difuntos a imagen tuya,
para que compartan contigo la alegría de tu reino.

Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS

En ti, Señor, reposan nuestras vidas en el descanso santo de la noche; tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.

En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades; amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.

Vencedor de la muerte y de las sombras, Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.

SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 142, 1-11 – LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados. mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

LECTURA BREVE 1Pe 5, 8-9

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

ORACION

OREMOS,
Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

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